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Para un buen funcionamiento del sector
de las microfinanzas se debe establecer
políticas de microcréditos buscando dar
un mayor acceso a sus usuarios,
buscando su desarrollo sostenible y
concientizándolos que deben reembolsar
el crédito obtenido a tiempo (Moruf,
2013).
Duru, et al. (2017) mencionaron que en
Nigeria los micro y medianos
empresarios afirman que los créditos
otorgados por las microfinancieras
ayudaron a la expansión de estos y
Mohamed (2019) mencionó que en
Somalia las microfinanzas tuvieron un
impacto positivo para las personas
pobres. Aunque, en pocos países como
en Malasia o en Eslovenia los
microempresarios mencionaron que es
difícil obtener un financiamiento debido
a las estrictas evaluaciones que realizan
las instituciones microfinancieras
(Chong, 2010; Civelek, et al., 2019).
Sin embargo, no se debe dejar de lado la
sostenibilidad de una entidad
microfinanciera que depende mucho de
poder cobrar efectivamente los créditos
que otorga (Huang, 2018), caso
contrario, las instituciones
microfinancieras quebrarían. Existen
informes de las instituciones de
microcréditos donde se muestra que hay
un fuerte impacto en aspectos sociales
como la mejora de los ingresos en las
microempresas, acceso al mercado,
aumento en el número de empleados,
entre otros (Amrani, Hamza y Mostapha,
2019). Pero, no se debe dejar de lado la
educación, es importante que las
instituciones de microfinanzas tengan
técnicas de capacitación para educar a
sus clientes (Aladejebi, 2019).
La tecnología microcrediticia establece
que se debe realizar una evaluación
cualitativa, que se sustenta en tres
aspectos como la evaluación del carácter
del cliente, análisis de la gestión del
negocio y la situación familiar; y una
evaluación cuantitativa que
principalmente evalúa la capacidad de
pago del cliente (Castillo, 2010). Esta
tecnología permite que se otorgue los
créditos minimizando sus riesgos; pues
Frankiewicz (citado en Nabi, et al.,
2018) argumenta que el negocio de las
microfinanzas es riesgoso y vulnerable
amenazando con dañar a las
microfinancieras. Sin embargo, deben
tener procedimientos simples pero que
garanticen el acceso de los préstamos
(Gbigbi, 2017).
En lo que respecta a una evaluación
cualitativa; se demostró que aspectos
como el nivel de educación, el número de
personas de una familia, el tipo de
préstamo que se va a obtener, la duración
del cronograma de pagos, el tiempo de
vida del negocio, cómo el cliente
clasifica el interés que se cobra en el
crédito son muy importantes para
determinar el cumplimiento de pago del
crédito (Boateng y Oduro, 2018).
La entidad reguladora en el Perú es la
Superintendencia de Banca, Seguros y
AFP, quien a lo largo de su vida
institucional ha solicitado
constantemente condiciones de un
desarrollo sostenible en las instituciones
financieras, sea esta de banca comercial
o de microfinanzas (León, 2017).
Conforme a lo reglamentado por la
Superintendencia de Banca, Seguros y
AFP (2008) la clasificación crediticia de
un deudor se denomina como a) normal,
b) con problemas potenciales, c)
deficiente, d) dudoso y e) pérdida; y la
clasificación del cliente va a depender
del tipo de crédito obtenido;
clasificándose los créditos como créditos
corporativos, a grandes empresas, a
medianas empresas, de consumo
revolvente, de consumo no revolvente e
hipotecarios para vivienda. Por ello, la